martes, 10 de febrero de 2015

Las mil y una caras

-Están destinadas al odio-, predijo María Josefa, la panadera. Pero ahora no era la panadera María Josefa, sino que Josefa María oráculo se pronunciaba dentro de su cuerpo. Ese mismo día Juan Gutierrez camionero soltero pasaría por sobre su cuerpo, dejándolo en la ruta, y huyendo. Reaccionando sobre su camino errado, cambiando por siempre a Gutierrez Juan, padre de tres niños casado; pero esa es otra historia.
Ahora, si prestaban atención a la bruja (no cuando estaba muerta, antes, ese mismo día, dando su ultimátum) y separaban a aquellas niñas en ese momento, todo hubiese sido más sencillo.
 Desde niña Iris fue perfecta, en todo sentido estandarizado. Ojos turquesa como el agua del caribe, largo cabello color noche. Nunca reía, sonreía levemente y no le gustaba hablar mucho. Le gustaba encerrarse en su cuarto y dibujar.
 Pamela era la de las rodillas sucias, y obviamente la primera en dejarle los dientes al ratón Perez. La que gritaba salvajemente si estaba feliz, tanto como si estaba enojada.
  En el nivel primario, los nueves y los dieces eran para la primera, mientras que las tareas incompletas le pertenecían a Pamela. Por combinación de belleza e inteligencia, Iris siempre estuvo rodeada de nenes deseosos de dar su primer beso, y de nenas que la odiaban, que querían copiarla. Pamela, era solitaria, porque el brillo de su hermana la opacaba. Se sentaba en un rincón y hacía castillos con juguetes, y juguetes con castillos.

Sin embargo, cada vez que se acercaba un potencial amigo a Pamela, a Iris le recorría por las venas un odio profundo y verde.

 Terminaron el primario como empezaron, Iris llevando en su hombro una bandera, siendo aplaudida por todos, reflejada en las lágrimas de su madre. Pamela tenía que dar sus materias antes de poder terminar el primario, pero la dejaron actuar en el acto de fin de año. Se olvidó de la mitad del guión, inventó cosas, y terminó bailando antes que el resto de su grupo.
 Sin embargo cuando la gente reía ante los errores de su hermana, Iris sentía que dos manos con garras presionaban su estómago.
  El secundario. Mientras los elogios seguían respondiendo a Iris, por su creatividad, potencial y responsabilidad, las comparaciones críticas machacaban el autoestima de Pame. Éxito en cada taller, en todo deporte que practicara, en cada instrumento que tocara, 
y sin embargo no le dejaba dormir el hecho de que ella, inferior, la superaba en artes culinarias.
 Después de la insistencia del quinto muchacho que besó, accedió al título. Y aunque antes el novio se había fijado en los pies ligeros y la sonrisa fácil de Pamela, el brillo oscuro de Iris machacó el corazón de su hermana, y el recuerdo de su primer beso.
 Y sin embargo, que pudiera olvidarlo tan rápido...
 La primera en acostarse con alguien, Iris. La primera en recibir premios, Iris. La primera en recibirse, la primera en conseguir trabajo. La primera (y única) en matar a alguien de amor, con el sólo parpadeo de sus ojos.
 Y sin embargo Pamela era feliz.
 ¿Cómo era posible que el amor lograra hacerla olvidar de todos sus fracasos?
"-Franco, Pamela se acuesta con Fabián" "-¿Quién sos? Mi nombre es Francisco. Gracias por abrirme los ojos"
 Pero ni siquiera su éxito logró lo que la distancia pudo, cuando Geremías se la llevó lejos. Ni siquiera le importó que fuera antiguo (y todavía) amor suyo. Estaba lejos, ella podía ser feliz.
FELIZ.
 No era su culpa. No era su culpa. NO.
 El hospital estaba tan lejos de su casa, las naúseas la obligaron a ir pero, ¿Qué hacía ella ahí?
 Los niños eran y serían una carga para una mujer de carrera, trabajo serio.
 Y sin embargo para Pamela era una felicidad.

 Un reencuentro, después de tanto tiempo. Que te quiero ver, que qué es de tu vida, si el matrimonio, un trabajo. ¡¿Embarazo?! Felicidades. Bien por el padre, que suerte tiene. Vas a ser una gran madre, ¿Podés té rojo? Sé que te gustaba. Venite. VENITE.

No era su culpa, entiéndanlo.

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