domingo, 5 de enero de 2014

Café

Estás felizmente casada, plena, feliz y tranquila. Millones de planes para el futuro, y fantasías que sabés que se van a cumplir. Tu cuerpo sigue deseando la llegada de tu esposo, se derrite cada vez que lo escucha llegar. No te importa qué hace una vez que te deja, tenés plena confianza en que él nunca va a dejar de quererte, de desearte y de ser feliz con vos, y eso es todo lo que importa. Sabés que nunca te va a traicionar, y que siempre vas a ser su primer prioridad.
Pero algunas veces, cuando él se va, el espejo vuelve a mostrarte a Emap. Emap es distinta. Ella no quiere la feliz tranquilidad del matrimonio. Desea las pasiones prohibidas y dolorosas. Ella muere por tirarse de ese puente que es lo incierto, ella muere por volver a esos labios sabor café y pucho. Por esos ojos que a veces se fundían del color de las hojas, por esa sonrisa que convencionalmente nunca podría ser linda, pero que cada vez que aparecía, dejaba de existir el mundo. Ese laberinto lleno de riesgos, traiciones, mentiras y pasión, eso quiere Emap. Por suerte, el desinterés del muchacho que canta hacia Emap, Pame, o lo que fuera que eras en ese momento, te ayudó a tranquilizar tu mente, y volver a encerrar a Emap dentro de la gélida superficie reflectiva que era su hogar.
Por que, Emap esta llena de deseos y es tu parte oscura. Pero si los papeles fueran inversos; ¿no estarías vos, peleando con uñas y dientres contra Emap, para salir del espejo y poder caer en los brazos de aquél que ahora mismo es tu escudo, tu protector, tu amante? ¿Aquél que tiene ojos inocentes, vacíos de mentira, falsedad, odio, sentimientos impuros? ¿Aquél que con cada palabra dice que te quiere, que sos su mundo, que te necesita, y todo eso de forma implícita? ¿Aquél que produce calor aunque deberías morite de frío?
No importa qué hubiese sido, no importa lo que fue. Importa lo que es. Y ahora vos estás feliz, en el mundo real, llena de deseos cumplidos, y tratando de volver reales otro montón más; y es Emap la que se encuentra dormida, también logrando, pero en sueños, sus deseos más profundos. Volviendo a besar el café, volviendo a sentir sus manos, volviendo a sentirse insegura y contenta con él.

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