Iris se hundió en el lago y le preguntó al pez dorado, qué era lo que odiaba más.
El pez le dijo que ella odiaba la hipocresía y la cobardía. Pero era tal su confusión mental, que no podía percibir cuál era más odiosa para ella. Y quería saberlo.
El pez le dió una nuez y le dijo que volara. Y fue ahí, en la copa de una palmera, dónde ella supo la respuesta.
No odiaba más una cosa que la otra; la hipocresía era la hija primogénita de la cobardía. Por que solamente aquél que es tan cobarde como para enfrentar sus propias falencias e inseguridades, y aceptarlas, marca éstas mismas en los demás. La hipocresía es parte de la gente con miedo.
Por suerte, Iris pudo separase de eso a tiempo.
martes, 10 de diciembre de 2013
Pocilga
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